Como se sabe, la ciberseguridad se ha vuelto crucial en la era de la economía digital, ya que la interconexión de productos y servicios en Internet continúa expandiéndose. Debido a este escenario, el ciberdelito es considerado uno de los riesgos más probables que pueden afectar a las organizaciones en la próxima década.
Los sectores más afectados por el cibercrimen en Latinoamérica son los sectores de gobierno, minero y de salud. Se calcula que el 62 % de los ciberataques se dirigen a entidades relacionadas con estos sectores, siendo Brasil, México y Perú los países más afectados. Por otro lado, en Perú, los sectores que más demandan servicios de ciberseguridad son: industrial (20 %), financiero (18 %), tecnología (15 %), minería y energía (12 %), retail (12 %) y telecomunicaciones (11 %).
El mercado de la ciberseguridad en Perú muestra un entorno en desarrollo, donde la necesidad de capacidad técnica para proteger sistemas y redes digitales es una prioridad. En 2022, el país registró 15.000 millones de ciberataques, con un aumento significativo del 35 % respecto al año anterior y aún se encuentran en curso el análisis de las cifras de este 2023 que claramente mostrarán un aumento. A pesar de sus esfuerzos por reforzar la seguridad digital, Perú se encuentra en una etapa temprana de desarrollo en comparación con otros países de la región, como queda reflejado en su clasificación en índices internacionales.
Según estudio reciente de Panorama de Amenazas para América Latina de Kaspersky, en este periodo de tiempo bloqueó 1,190 millones de intentos de ataque de malware en esta zona del mundo, lo que equivale a un promedio de 37.9intentos de ataque por segundo.
Brasil lidera como el principal objetivo, con una media de 1,515 bloqueos por minuto, seguido de México (275 por minuto), Colombia (117) y Perú (107).
Un ataque con malware, o software malicioso, se refiere a la estrategia adoptada por ciberdelincuentes para infectar y dañar computadoras, sistemas o redes con el fin de robar, cifrar o eliminar información sensible, alterar o secuestrar funciones clave del sistema y espiar las actividades del usuario sin su consentimiento.
Y puede presentarse en diversas formas, incluyendo virus y spyware, y puede propagarse a través de correos electrónicos infectados, descargas de Internet engañosas y dispositivos de almacenamiento comprometidos.
Especialistas revelan que las filtraciones de datos ahora cuestan a las empresas un promedio de US$ 1,2 millones por incidente en América Latina. Estos incidentes de seguridad son ahora más costosos y la contratación de herramientas de protección cuestan la mitad, por lo que invertir en ciberseguridad siempre será más económico que pagar las consecuencias de un incidente que puede afectar la operación, reputación, patrimonio o incluso la información confidencial de una compañía.
Es de suma importancia contar con expertos en ciberseguridad o subcontratar estos servicios, ya que es la única forma de contar con una visión global del entorno para evitar esta gran cantidad de riesgos. La ciberseguridad es una inversión, no un gasto. Si se invierte en incrementar la ciberseguridad de la organización, se está asegurando su sostenibilidad; además de la generación de confianza con sus clientes y con los propios colaboradores.
Los directores de seguridad de la información (CISO) en Perú afrontan desafíos claves, incluyendo presupuestos limitados, fragmentación regulatoria y falta de articulación con otros líderes empresariales. Según una encuesta de EY Perú, el 51 % de los CISO peruanos indicaron que sus empresas experimentaron un aumento en ataques cibernéticos disruptivos desde 2020, y el 63 % de ellos está altamente preocupado por la capacidad de su empresa para gestionar amenazas cibernéticas. La necesidad de invertir en ciberseguridad y fortalecer la colaboración empresarial se destaca como crucial para afrontar estos desafíos.
¿Tú organización se encuentra preparada para afrontar estos desafíos el 2024?